Por Margarita Iglesias Saldaña *La situación de las mujeres en todo el mundo es muy difícil. El problema de las mujeres es universal; no tiene nada que ver con los árabes, con el Islam o con los africanos. Está relacionado con la esclavitud, con el sistema de clases patriarcal que empezó a existir hace seis mil años y todavía está presente bajo lo que se conoce como sistema capitalista internacional . Nawal Al Saadawi
[1]Cuando opinamos sobre si llevar pañuelo es bueno o malo para las mujeres, no nos paramos a considerar la diversidad cultural y política existente en el mundo islámico (y conste que digo islámico y no árabe, pues hay numeros@s musulmanes/as que no son árabes y árabes que son cristian@s o de cualquier otra religión). No puede ser lo mismo para las mujeres de Arabia Saudí, donde tienen prohibido conducir o votar; Irán, país islámico; Afganistán, que no es árabe; Palestina, donde las mujeres hacen frente a la barbarie israelí; Túnez, dictadura en la que a las mujeres se les prohibe llevar el velo; O Marruecos fuertemente empobrecido, por poner algunos ejemplos. Las condiciones económicas, políticas y sociales de todos esos países son radicalmente distintas y nosotras globalizamos a todos esos países en nuestros prejuicios sobre la cuestión de la mujer árabe. Eva Máñez
[2]Desde Chile conocemos muy mal el mundo de las mujeres árabes. Su diversidad, sus aportes, sus discriminaciones, sus aspiraciones. La mundialización nos permite acceder con cierta facilidad a un mejor conocimiento de sus realidades.
El sistema mundo ha conocido un nuevo cambio determinante a fines del siglo XX: la globalización que ha masificado la feminización de la pobreza. Esta se expresa a través de tendencias que están transformando las relaciones mundiales, regionales y locales: la transnacionalización y la internacionalización. El aspecto fundamental de la globalización consiste en la consolidación del modelo capitalista neoliberal a nivel mundial. Modelo que se esta ampliado en los países desarrollados e imponiendo en los países llamados en vías de desarrollo y países pobres, reforzando las diferencias Norte Sur o, los ya no reconocidos en el léxico actual, otrora países del tercer Mundo.
Son las instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que han jugado un papel importante en la difusión del modelo neoliberal a través de las nominadas Políticas de Ajuste Estructural (PAE) aplicadas a países afectados por la crisis de la deuda externa y la creciente desigualdad de la riqueza en sus territorios.
[3] Estas PAE implican graves consecuencias sociales por la aplicación de estos programas de ajuste, especialmente para las capas menos favorecidas de la sociedad y sobre todo para las mujeres que ya cuentan con la discriminación histórica que sólo comienza a corregirse recientemente en todo el mundo.
El modelo neoliberal implica cada vez mas desigualdades a nivel internacional y en la interrelaciones entre países, sectores sociales y diferenciación sexual y etárea.
Si en 1960, el 20% de la población mundial que viven en los países ricos tenían unos ingresos 30 veces superiores a los 20% de la población que viven en los países más pobres. En el 2006 esta diferencia es de 82 veces superior. Conseguir la satisfacción universal de las necesidades nutricionales y sanitarias costaría 13 millares de dólares, a penas lo que los habitantes de Estados Unidos y de la Unían Europea gastan, en un año, en perfumes. Las transnacionales, tendencia esencial del proceso de la globalización, absorben el 25% del PIB mundial, apenas dan trabajo a menos del 1% de la población activa en los países del Sur. Las mujeres representan el 67% de los analfabetos, ellas cumplen casi el 70% de las horas de trabajo, solo reciben el 10% de los ingresos y solo disponen del 1% de la propiedad.
[4]Existe un estrecho vínculo entre la globalización de la economía, la polarización de las desigualdades y el avance de los fenómenos de exclusión social, principales generadores de la masividad de las migraciones. Pero una de las contradicciones más palpables de la globalización es la restricción a la libre circulación de personas, mientras hay libertad de circulación para mercancías y capitales. En esta contradiccion se expresa la lógica mercantil, de manera tangible, y es que la humanidad está al servicio de la producción de bienes y del lucro, y no lo contrario .
Las enormes diferencias de desarrollo a nivel mundial y al interior de los países crean las condiciones para la inmigración. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) más de 100 millones de personas se desplazan de sus lugares de origen cada año para poder sobrevivir. De éstos, unos 15 millones se han refugiado en Europa y el proceso no ha hecho nada mas que comenzar, mientras se mantengan las causas que provocan estos movimientos : sistema económico depredador, sistemas políticos injustos, dictaduras, limpieza , exterminios étnicos o invasiones de países ricos a países más pobres.
[5]El fenómeno migratorio no es nuevo. Es viejo como la humanidad.
Desde mediados del siglo XIX y comienzo del XX hubo una masa circulatoria de capitales y flujos migratorios entre el Norte de Europa, América del Norte y del Sur así como Australia y Nueva Zelanda. La mano de obra de inmigrantes barata, hombres y mujeres, contribuyo eficazmente a un crecimiento económico sin precedentes en Europa Occidental y en Norte América durante el siglo XX. Los emigrantes de diversos países y continentes recalaron en países como Francia, Holanda, Bélgica o Alemania donde, en su día, produjeron las mismas reacciones de opinión que más tarde los magrebies o subsaharianos. Se olvida que la Europa del Sur ha sido un mundo generador de migraciones dentro y fuera de la cuenca mediterránea. Italia produjo 25 millones de emigrantes entre 1860 y 1970 y España, 7 millones.
A partir de los años 70, las politicas de control a la libertad de movimiento de las personas van a aparecer. Mientras que se ha producido una creciente globalización de los capitales, de las mercancías y de las comunicaciones. Europa ha convertido a la inmigración en una necesidad económica y a la vez en un problema sociopolítico.
A partir de los años 70, las politicas de control a la libertad de movimiento de las personas van a aparecer. Mientras que se ha producido una creciente globalización de los capitales, de las mercancías y de las comunicaciones. Europa ha convertido a la inmigración en una necesidad económica y a la vez en un problema sociopolítico.
Se considera que la emigración es un fenómeno exclusivamente masculino y es, el hombre, el que inicia el proceso migratorio y una vez asentado emprende, el reagrupamiento familiar. Las mujeres, en este esquema, se desplazan siguiendo al responsable masculino de un grupo familiar. Su papel seria el de esposas, madres o hijas. Las mujeres no son solo “un complemento” de las migraciones masculinas, son también (y en algunos casos de forma principal) agentes autónomas de los flujos migratorios transnacionales. Un informe de Naciones Unidas estima que a fines del siglo XX, las mujeres eran casi la mitad de los emigrantes internacionales en todo el mundo. A nivel europeo, 45,5 % de los inmigrantes no-comunitarios son mujeres. En el conjunto de la Unían Europea, las turcas y las magrebies constituyen el grupo más importante. Ellas ocupan empleos mal pagados y poco calificados aunque en muchos casos son profesionales.
Por otra parte el Islam asociado indiscriminadamente a los países árabes y a la religión musulmana ha vuelto a ser el gran miedo de los países de del Norte, especialmente de Estados Unidos y los países europeos otrora colonizadores de países árabes.
Hace algunos años, en su articulo Islamofobia, Alain Gresh recordaba que el fenómeno del orientalismo que engloba el imaginario y los miedos a la diferencia en Occidente respecto a estas culturas, religiones y países ya fue magistralmente descrito por Edward Said planteando que: “Cuando se habla del Islam, se elimina más o menos automáticamente el espacio y el tiempo, dado que el termino Islam defiene una pequeña proporción de lo que pasa en el mundo musulmán, que cubre 1 millar de personas y incluye a decenas de países, de sociedades, de tradiciones, de lenguas, y claro, un nombre infinito de experiencias distintas. Es totalmente falso intentar reducir todo esto a algo llamado “Islam”...”.La población musulmana mundial se estima en más de 1 millar. El Islam existe en muy diversas regiones geográficas, climáticas, culturales y étnicas.
[6]La situación de las mujeres árabes es diferente de un país a otro (igual a lo que afirma Edward Said sobre el Islam). No tiene nada que ver, por ejemplo la condición de la mujer tunecina con la afgana o la de Arabia Saudita.
La situación de las mujeres árabes es diferente de un país a otro (igual a lo que afirma Edward Said sobre el Islam). No tiene nada que ver, por ejemplo la condición de la mujer tunecina con la afgana o la de Arabia Saudita. La enunciación del feminismo como movimiento comenzó en Occidente, Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XIX, y fue realizada por mujeres que pretendían acceder a los derechos negados en sus propias legislaciones. Existe un reconocimiento entre las actuales feministas que, en muchos casos, sus esfuerzos por liberar a sus pares del Tercer Mundo han estado marcados por prejuicios clasistas y etnocéntricos y que sus patrones para juzgar el resto del mundo han dejado de lado su propia condición, su posición de privilegio como ciudadanas de países que fueron colonialistas (o que, en la actualidad, son neocolonialistas). Como contrapartida abundan las académicas del Sur, entre otras algunas islamistas, que subrayan el hecho de que la mirada de las feministas del Norte y su acerba crítica al patriarcado del mundo no industrializado carece en muchos casos de los datos más elementales de contextualización, cuando tratan de representar la realidad del Sur.
En el caso específico de las mujeres árabes o de las que se sitúan en el contexto islámico, más que tratar de comprender la diferencia de sociedades, lo que se percibe desde Occidente es desde los preceptos y cánones construidos desde sus propias preocupaciones en torno a las realidades de las mujeres sin desprenderse de la construcción occidentalista que, en su libro El Orientalismo , denunciara Edward Said con respecto al Islam en general: se le niega su realidad histórica y se lo percibe al trasluz de un pasado de esplendor y a un presente invariablemente decepcionante con respecto a ese pretérito. Situación que en el caso de las mujeres pasa por aceptar o lo exótico atractivo o la condenación de lo bárbaro de sus costumbres sin mediar un intento de comprensión de realidades socio históricas culturales y políticas. La batalla por la interpretación
Buena parte de la opresión que sufren las mujeres en el mundo árabe o islámico no es sólo responsabilidad de la religión, sino de la construcción social, cultural y política en la que se encuentran inmersas las mujeres, al igual que en las sociedades occidentales u occidentalizadas.
Además, algunas representaciones y discursos feministas occidentalizados, no parecen percibir la existencia de discursos y representaciones que en cada cultura remiten a categorías socialmente construidas de hombre y mujer y al estatus mismo de la mujer. Buena parte de la opresión que sufren las mujeres en el mundo árabe o islámico no es sólo responsabilidad de la religión, sino de la construcción social, cultural y política en la que se encuentran inmersas las mujeres, al igual que en las sociedades occidentales u occidentalizadas. En ese sentido, la pregunta por el lugar de la mujer en el Islam o en los países árabes, pasa necesariamente por la comprensión histórico, cultural y política de la región, de sus países y de las poblaciones islamistas diseminadas por el mundo.
[7] En las actuales condiciones económicas y sociales en el contexto de la globalización que ha implicado la transformación de los roles tradicionales de hombres y mujeres, tanto en los países, así como a nivel mundial, nos obliga a repensar las relaciones entre las sociedades desde una perspectiva sexuada distinta a la que se basaba en los universales masculinos.
La colonización devaluó el trabajo de las mujeres todavía más que los sistemas patriarcales: por un lado, por la pérdida de prestigio del trabajo manual en general con la llegada de los conocimientos técnicos y en especial por la devaluación del trabajo doméstico dentro del mundo capitalista.
Después de todo, aunque muchos hombres árabes y casi todos los turistas tienen una imagen romántica de la mujer árabe, su vida real no se parece en nada a Las mil y una noches . La mayoría de las mujeres árabes realizan gran cantidad de trabajos esenciales, pero a menudo no reconocidos, como tejer alfombras, montar collares, trenzar cuero y coser, además de trabajar en la agricultura, en la masiva administración burocrática, en la industria ligera y por supuesto en el sector de servicios, además de limpiar, cocinar y cuidar de los niños.
[8] Sin lugar a dudas la colonización devaluó el trabajo de las mujeres todavía más que los sistemas patriarcales: por un lado, por la pérdida de prestigio del trabajo manual en general con la llegada de los conocimientos técnicos y en especial por la devaluación del trabajo doméstico dentro del mundo capitalista, que no lo considera como un trabajo productivo y ni siquiera lo incluye en los balances nacionales.
La creación de naciones independientes ha sido un factor importante a la hora de elevar las expectativas de las mujeres, a pesar de traicionarlas muchas veces y con trágicas consecuencias. La mujer actual de África del Norte sueña con obtener un empleo fijo en alguna institución estatal, un salario y una seguridad social que cubra la asistencia médica y la jubilación. Las mujeres ya no miran al hombre para su sustento, sino al Estado. Aunque quizás tampoco sea lo ideal, por lo menos es un paso para mejorar, una liberación de la tradición. En el caso de las mujeres marroquíes por ejemplo, estas participan activamente en el proceso de urbanización. Abandonan las áreas rurales en una proporción comparable a la migración masculina, en busca de una vida mejor en las ciudades árabes, así como en las europeas.
[9]Por tanto, la gran diversidad debe considerarse, así como los procesos particulares de cada lugar, lo que hace que la realidad de las mujeres sea también distintiva entre si.
Quiero terminar con otra frase de Nawal Al Saadawi: Hay muchos tipos de velo. El velo religioso que empezó con el judaísmo, se extendió a la cristiandad y después al Islam. Después está el velo de la mente, que se ocupan de poner los medios de comunicación y los periodistas para que la gente no sepa lo que pasa. El tercer velo, que yo llamo el velo posmoderno, es el maquillaje. El más serio es el velo de la mente. Yo estoy en contra de todos los velos.
1. Nawal Al Saadawi , "El maquillaje es el velo occidental" Entrevista de Lluis Amiguet, Diario La Vanguardia, Barcelona, mayo 2005. 2. Eva Máñez, El velo, el etnocentrismo y el feminismo. En www.migrantesenlinea.org/imagesFTP/ 3. Nadia Naïr “Multiculturalidad y principio de igualdad: las mujeres musulmanas en los países europeos”. Jornadas sobre “Multiculturalidad y Extranjería” - Universidad del País Vasco- Abril 2002 4. Ignacio Ramonet, Stratégies de la faim. Le Monde Diplomatique, Francia Noviembre 1998 5. Fondo de Población de Naciones Unidas, UNFPA, Estado de la Población Mundial 2006 Hacia la esperanza: Las mujeres y la migración internacional 6. Alain Gresh,. Islamophobie. Le Monde Diplomatique, Francia Novembre 2001 7. Barnier, Hélène. Percepciones sobre el Mundo Árabe. En www.fuhem.es/cip/educa/art2.htm 8. Fatima Mernissi, Feminismos y Arabes, en http://www.mediterraneas.org/article.php3?id_article=221 9. Ídem.* Historiadora, Académica del Centro de Estudios de Género y Cultura en América Latina de la Universidad de Chile.