Saturday, February 23, 2008

¿Quién quiere entrar en el basurero?



Fidel Castro Ruz • Granma

Por casualidad me enteré de que la OEA existía, al leer hoy un cable de Internet con el artículo de Georgina Saldierna, publicado en La Jornada, titulado "Descarta Insulza que Cuba pueda ser reaceptada de inmediato en la OEA". Nadie se acordaba de ella. Véase el carácter antediluviano del argumento."El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, descartó ayer que Cuba se pueda reincorporar de inmediato al organismo multilateral, entre otras razones porque no hay consenso sobre el tema entre sus miembros." "Por su lado, Insulza consideró que un requisito que tendría que cumplir Cuba para su plena reincorporación a la OEA es atender las normas de la organización, entre las cuales se incluye la Carta Democrática Interamericana y la Convención de Derechos Humanos." Si no es suficiente para divertirse, vea el artículo de Antonio Caño, de El País el 21 de febrero de 2008, "El aislamiento de la isla sólo sirve para perpetuar la agonía del régimen"."Una de las voces más autorizadas del exilio cubano, el empresario Carlos Saladrigas, confía en que la dimisión de Fidel Castro puede ser ‘la puerta que abre definitivamente al cambio’ y pide a la comunidad cubana de Miami y al Gobierno de Estados Unidos que actúen con ‘prudencia’ y con ‘voluntad conciliadora’, con el fin de no desaprovechar esta oportunidad."Saladrigas, que preside una pequeña organización llamada Grupo de Estudios Cubanos, integrada en un colectivo de otras asociaciones políticas y de derechos humanos conocido como Consenso Cubano, ha gastado en los últimos años millones de su fortuna particular para poner en marcha un embrión de alternativa moderada y centrista a los viejos dirigentes radicales que dominaban la comunidad cubana en Estados Unidos. En el páramo de liderazgo en que quedó Miami tras la muerte de Jorge Mas Canosa, Saladrigas es una voz respetada entre los círculos intelectuales, y escuchada por los medios de comunicación y los diplomáticos extranjeros."En una conversación telefónica desde la República Dominicana, Saladrigas declaró: ‘seguir aislando a Cuba sólo sirve para perpetuar la agonía del régimen.’ "‘Este es un momento de gran esperanza, tanto para los cubanos del exilio como para los disidentes en el interior."‘El exilio debe ayudar estimulando los pasos que se vayan dando en Cuba, no rechazándolos. Las transiciones se hacen paso a paso."‘Hay que conseguir que el régimen le pierda el miedo al exilio; cuanto menos miedo tenga, más rápido va a ir todo.’ El cambio, en su opinión, es imparable." "En Florida vive un millón de cubanos con recursos suficientes como para revitalizar la maquinaria económica de la isla en muy poco tiempo si se dan las condiciones adecuadas, que deben de ser creadas tanto por Estados Unidos como por Cuba. El primero, levantando las restricciones a los ciudadanos norteamericanos para invertir en la isla, y el segundo, legalizando la propiedad privada y la actividad económica extranjera."Una vez que se den esas condiciones, en opinión de Saladrigas, las reformas políticas serán automáticas. La medida más urgente sería la liberación de los presos políticos. Cumplido eso, y abierta la puerta a la inversión, el exilio podría convertirse en el mayor fondo de ayuda que ninguna transición política ha conocido en la historia, afirma." Carlos Saladrigas me suena en el oído como nombre y apellido que escuché muchas veces cuando, como colegial de 18 años, concluía mis estudios en el quinto y último curso de Bachillerato. Era el candidato escogido por Batista al terminar el último año de su mandato constitucional. Antes había sido su Primer Ministro. Estaba finalizando la segunda guerra mundial. ¡Qué barato nos quiere comprar el nuevo Carlos Saladrigas! Con el dinero de Miami, "el mayor fondo de ayuda que ninguna transición ha conocido en la historia", algo que Estados Unidos no ha podido lograr con todo el dinero del mundo.La realidad es otra y esta no se oculta a los que observan con realismo los acontecimientos que tienen lugar en Cuba.Un artículo de David Brooks, publicado hace menos de 12 horas en el diario La Jornada, de México, bajo el título "Estados Unidos relegado a simple espectador de la transición política en Cuba", utiliza argumentos dignos de subrayarse."Nueva York, 20 de febrero.—No cesa de asombrar cómo uno de los países más pequeños del mundo obliga a que los líderes políticos, empresariales, mediáticos y académicos del país más poderoso del mundo tengan que responder ante sus decisiones de hacer o no hacer, cambiar o no, o simplemente dejar todo en misterio."Durante las últimas 24 horas el presidente George W. Bush, los altos funcionarios de su Departamento de Estado, su Consejo de Seguridad Nacional, legisladores federales, los precandidatos presidenciales y otras figuras políticas de primer nivel, analistas políticos y los principales centros de política exterior, todos los principales medios impresos y electrónicos, agrupaciones de derechos humanos, y más, han respondido a la decisión de Fidel Castro de no postularse por otro período."Mientras se procede con una transición política en Cuba, nadie aquí espera algún cambio durante los pocos meses que quedan de la presidencia de George W. Bush, el décimo presidente estadounidense que prometió imponer cambios en la isla, sólo para acabar su período con Fidel Castro aún definiendo la política de su propio país y desafiando al superpoder."Y una vez más, Washington y todos los expertos fueron reducidos a simples espectadores y tuvieron que reconocer que la transición es la determinada por Cuba, y no el resultado de la política que Washington ha promovido durante medio siglo." "Julia Sweig, experta en la relación bilateral y directora del programa de América Latina para el Council on Foreign Relations, subrayó"que se debería haber levantado el embargo y otras restricciones que sólo han limitado a la política exterior estadounidense justo en este tipo de coyuntura."El ex coronel Lawrence Wilkerson —mano derecha del general Colin Powell y ahora copresidente de la Iniciativa de política EU-Cuba del New America Foundation—, consideró una vez más que esta coyuntura ofrece una oportunidad para cambiar la postura estadounidense, aunque admitió que ‘nuestra política hacia Cuba es un fracaso’ y no habrá ningún cambio bajo esta presidencia. Los precandidatos y otros deberían iniciar una evaluación de esta política, incluyendo cosas obvias como levantar la prohibición de viajes y algunos aspectos del embargo, para que el próximo ocupante de la Casa Blanca pueda implementar algunos cambios."El New York Times hace eco de estas perspectivas en su editorial de hoy, indicando que el gobierno de Bush ha hecho todo lo posible ‘para asegurar que no tiene la oportunidad de influir en los eventos’ en Cuba. ‘En nombre de apretar el fracasado embargo, ha hecho mucho más difícil para académicos, artistas y gente religiosa viajar a Cuba y difundir la buena palabra sobre la democracia.’ El Times propone dejar a un lado los intereses de Miami, aun si es particularmente difícil en un año electoral para abrir comunicación directa con Cuba y ‘los sucesores del señor Castro’."Con el anuncio de Castro desde La Habana, la dinámica política dentro de Estados Unidos también puede cambiar. Los tres principales precandidatos se pronunciaron sobre el asunto ayer, con el republicano John McCain y la demócrata Hillary Clinton repitiendo la retórica de siempre de que Cuba tiene que demostrar cambios antes de que Washington considere un cambio de su política."El demócrata Barack Obama —quien en 2003 como candidato al Senado abogó por levantar el embargo— ha condicionado su posición ahora, pero es el único que ha favorecido aflojar las restricciones a viajes y el envío de fondos a la isla, y ayer dijo que si hay muestras de un cambio hacia la democratización en la isla, ‘Estados Unidos debe estar preparado para dar pasos hacia la normalización de las relaciones y suavizar el embargo’." "‘Hemos tenido una mala política durante 50 años, por razones que no tienen nada que ver con Cuba’, declaró el representante federal Charles Rangel, presidente de uno de los comités más influyentes del Congreso, reportó el Wall Street Journal. Varios legisladores más perciben este momento como una apertura posible para promover cambios en la política bilateral."El sector empresarial, que desde hace años ha manifestado su oposición al embargo, también podría ver esta como una oportunidad para redoblar esfuerzos para cambiar la política estadounidense, con el apoyo bipartidista de legisladores y gobernadores que ven el mercado cubano como algo más atractivo que mantener una posición ideológica alineada con un presidente y su gobierno cada vez más desprestigiado en Washington."Al parecer, la transición en Cuba podría provocar una transición dentro de Estados Unidos. Pero tal vez Washington y Miami son más renuentes al cambio que La Habana." Como pueden apreciar los lectores, he trabajado poco mientras espero la decisión trascendente del 24.Ahora sí estaré varios días sin usar la pluma.Fidel Castro Ruz Febrero 22 de 2008

Sunday, February 10, 2008

Ashanti Alston sigue luchando por la transformación de la sociedad estadounidense y por la liberación de su comunidad


"Estados Unidos nunca ha sido una democracia"
Entrevista a Ashanti Alston, líder histórico de las Panteras Negras









Figura histórica del Black Panther Party (BPP) y de la Black Liberation Army (BLA), Ashanti Alston sigue luchando por la transformación de la sociedad estadounidense y por la liberación de su comunidad de la opresión económica y del racismo. En entrevista concedida a la Red Voltaire, este militante menciona las formas actuales de lucha y expresa su admiración por los movimientos árabes de resistencia.
Red Voltaire: Para empezar, ¿puede hablarnos de su experiencia en el seno del Black Panther Party (BPP)?.
Ashanti Alston: Me llamo Ashanti Alston. Soy un ex miembro del Black Panther Party (BPP). También fui un soldado de la Black Liberation Army (BLA), una extensión del BPP [1]. Actualmente tengo 63 años. Comencé esta lucha revolucionaria durante la adolescencia temprana, a los 14 años. En 1967, participé en una serie de rebeliones de la comunidad negra de Estados Unidos, ya cansada de ver que no había manera de poner coto a la opresión racista de la que era víctima. Todo eso me convirtió en una persona políticamente consciente. Así que comencé a leer a Malcolm X [2] y a seguir con atención sus discursos. Entre 1969 et 1978, mis amigos y yo teníamos en mente algunos proyectos para el BPP.
Lo nuevo era que el BPP quería la liberación total de los afroamericanos y comprendía que esta no era sería posible sin que hubiese en Estados Unidos una revolución que destruyera todas las bases capitalistas del país. Por eso seguíamos con atención los sufrimientos de los demás oprimidos, así como los otros movimientos contestarios dentro y fuera de Estados Unidos, y actualmente a través del mundo entero.
Mi ciudad natal, una pequeña ciudad de Georgia, estaba verdaderamente divida por el racismo. Pero logramos reunir a algunos adolescentes y establecer una sección Black Panther, para organizar a la comunidad negra alrededor de comidas gratuitas, alrededor de «hunstrick». Queríamos lograr que la historia de los negros se estudiara en la enseñanza media. Y simplemente queríamos lograr una presencia ante la gente de nuestra comunidad, para que pudieran empezar a levantarse contra las brutalidades policíacas y las demás formas de racismo. No había pasado ni un año cuando mi mejor amigo y yo fuimos víctimas de una maniobra en la que nos acusaban del asesinato de un policía. Así que nos encerraron y tuvimos que luchar durante 4 años para demostrar nuestra inocencia.
En aquella época los derechos civiles que reclamaban los negros ya habían sido obtenidos desde 1965, poco antes de la creación del Black Panthers Party. ¿Qué más le aportaba el BPP a la comunidad negra?
Ashanti Alston: El movimiento por los derechos civiles [la South Christian Leader Conference (SCLC) de Martin Luther King] tenía problemas y estaba desunido. Eso permitió el nacimiento del movimiento Black Power [3]. Nosotros teníamos una comprensión más clara de la opresión económica que sufría la comunidad negra y de lo que había que hacer para liberarla. O sea, de la necesidad de controlar la economía y la política de nuestra comunidad.
El «Black Power» era una parte del movimiento negro que existía a través de todo país. Empezamos a estudiar en particular los análisis marxistas y el concepto de lucha de clases. Por primera vez comprendimos que había una clase dirigente que gobernaba a todos en este país. Muchos de nosotros comprendimos que no queríamos únicamente ser libres dentro de la sociedad estadounidense tal y cómo existía esta, sino en un modelo de sociedad socialista. Para nosotros se hacía cada vez más evidente que el verdadero poder en este país residía en los bancos y en las multinacionales, más allá de la Casa Blanca y el Pentágono. La lucha era por consiguiente más complicada de lo que parecía. Es por eso que, durante aquel período de la lucha, aprendimos mucho de otros militantes del mundo.
G. W. Bush declaró recientemente que él se inspiraba en Gandhi y en Martin Luther King [4]. Afirmó que la Casa Blanca estaba por la «filosofía de la no violencia». ¿Cómo es posible que un neoconservador belicista diga hoy esas cosas?
Ashanti Alston: Es posible que diga ese tipo de cosas cuando se vive en una sociedad fascista. Cuando vivimos en una sociedad que va aún más allá de lo que se describe en 1984, la novela de George Orwell, un presidente como George W. Bush puede decir que es partidario de la no violencia, aunque él represente la peor máquina de guerra que haya existido nunca en el mundo. Lo más triste es que George W. Bush y la clase dirigente en su conjunto tengan servicios de relaciones públicas en los medios masivos de difusión que, por su parte, tratan actualmente de convencer a millones de personas de que lo que Estados Unidos está haciendo en el mundo es justo. Ellos pueden convencer a esa gente diciéndole que eso es divinamente justo, invocando a Dios. Yo no diría que a Dios en sí mismo, sino utilizando la religión en ese sentido.
Es por eso que muchísima gente se moviliza a través del mundo para luchar contra ese imperio. Aunque mucha gente no lo sepa, hay medios de prensa alternativos como el de ustedes –Voltairenet.org– que son capaces de «encontrar las palabras» y de unir a la gente a su causa.
¿Por qué los políticos no logran desviar un movimiento como el Black Panther Party?
Ashanti Alston: Ellos tienen recursos, pero no sólo con la atracción del poder logran convencer a la gente. Tienen además los medios necesarios para corromper a mucha gente que lucha en nuestra comunidad, convenciéndolos de trabajar para ellos. Por ejemplo, están aquellos a quienes llaman «líderes de la comunidad negra», cuando en realidad han sido comprados por el sistema financiero y político. A cambio de ello, esos supuestos líderes elaboran políticas que parecen «militantes» cuando no hacen más que servir al sistema, porque evitan que se hable de los problemas de fondo, de los que tienen que ver con la economía y el capitalismo. En realidad llevan a la gente a convertirse en parte integrante del sistema. Hoy por hoy tenemos falsos líderes en la política y en el mundo de los negocios, al igual que en el mundo del deporte y del espectáculo, que han sido formados para que nos convenzan de mantenernos dentro del sistema. ¡Sin importar que el sistema sea decadente!
Siendo un ex activista Black Panther, usted no tiene acceso a los medios de prensa de su propio país. ¿Qué sucede con la comunidad negra en general?
Ashanti Alston: Sin dudas hoy resulta más difícil que en aquella época, porque no hay muchos medios negros independientes. Una de las razones que me hacen decir que hoy resulta más difícil es que el sistema autoriza a la gente a protestar, pero al mismo tiempo logra convencer a la gente de que los disidentes, como nosotros, ¡son locos!
Hoy se designa a los Black Panthers como un movimiento terrorista…
Ashanti Alston: Sí. Y cuando la gente empieza a creer nuestras voces son de terroristas y que eso no los ayuda, siguen de largo. Los medios ejercen un control tan grande sobre las emociones que ahogan nuestras voces: estas no logran tener un impacto significativo. Lo único que podemos hacer es persistir ya que, a pesar de todo, siempre habrá gente receptiva a nuestro mensaje. Es lo único que podemos hacer por derribar el sistema. Por su lado, ellos hacen de todo para que no podamos expresarnos más que a través de sus medios. Tratan de convencer cada día a más gente de unirse al sistema. Su mensaje es: «No traten de construir sus propios medios. Si quieren ser la voz de su pueblo, ¡únanse a los medios masivos!»
El Black Panther Party en Estados Unidos
Además del Black Panther Party, en los Estados Unidos de los año 60 hubo numerosos movimientos de oposición, en la contracultura de la América blanca (el rock, la beat generation, los hippies…) así como en la de la América negra (el free jazz, el Black Power…). ¿Qué queda de aquella revolución política y cultural?
Ashanti Alston: Una de las cosas que escribió Frantz Fanon [5] en su libro Les Damnés de la Terre es que «toda generación debe crear su propia forma de resistencia. Y esta tomará la forma particular de esa generación». Hoy en día la revolución se desarrolla, por ejemplo, mediante el hip hop. Esos artistas han encontrado la forma de seguir transciendo los sueños de la comunidad negra, de su voluntad de luchar por ser libre. Con el hip hop en particular, hay una generación de jóvenes adolescentes que se educa a sí misma, que aprende la historia de la lucha de los negros. Ese estilo musical habla del BPP y de la BLA. Esos jóvenes pueden decirle a usted que saben de todo eso, sobre todo la historia de los presos políticos.
Lo que actualmente sucede es algo particular. Aunque las formas de resistencia que nosotros conocimos fueron derrotadas, está llegando ahora el momento de una nueva forma de resistencia que no podrán destruir. Aunque quizás sea un combate permanente para el hip hop, que tiene que luchar contra el gangsta rap, según mi punto de vista.
Claro. Pero sigue existiendo el problema de los medios dominantes y de la televisión, que, en ese caso en particular, promueve más bien el gangsta rap debido a sus valores capitalistas. La separación mediante el espectáculo se ha convertido en algo comúnmente admitido. Eso era menos evidente en los años 60.
Ashanti Alston: Durante los años 60 sucedían tantas cosas a la vez, la música, la cultura negra, las artes y el baile [6]. Todo era una forma de resistencia en sí, al racismo y a la opresión, cualquiera que fuese. Esa resistencia era tan masiva que el sistema no tenía manera de incorporarla. Eso inspiró a muchísima gente. Cuando me uní al BPP, durante mi adolescencia, el estado de ánimo del partido era encender el radio y oír música en la que había gente que hablaba de revolución. No era como hoy, porque ahora el sistema aprendió a incorporar eso.
Hoy se sabe cómo el FBI se ensañó con el Black Panthers Party, ensañamiento que se extendió a los movimientos «radicales» mediante el «CointelPro». Sabiendo que todos los movimientos de oposición fueron siempre objeto de una vigilancia muy cercana, que en el mejor de los casos fueron desacreditados y, en el peor, eliminados, ¿puede decirse que Estados Unidos es realmente una democracia?
Ashanti Alston: Yo iría aún más lejos diciéndole que Estados Unidos nunca ha sido una democracia. Se establecieron en este continente mediante el exterminio de los pueblos indios que vivían en él. Fueron a África a secuestrar a millones de negros para convertirlos en esclavos, etc. Si recordamos que todo eso fue la base de lo que iba a convertirse en Estados Unidos, ¡no queda más remedio que reconocer que este país jamás podrá ser una democracia! En esas circunstancias, este país no puede ser más que una sociedad clasista basada en la opresión racial, aunque se hayan mantenido las apariencias de la democracia para servir a los intereses de la clase dominante. Por eso sigue existiendo tanta oposición entre blancos y negros, entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres.
Ellos usan y abusan desde el principio de la palabra «democracia» para dar la impresión que Estados Unidos es un país lleno de humanidad. Pero esta sociedad siempre ha estado corrompida. Así que tenemos que tener cuidado de no creer en su propaganda. La gente que se encuentra en la parte baja de la escala social no ha vivido nunca la experiencia de la democracia. Y aunque hayan tenido derecho de participar en ella, nunca ha sido para otra cosa que para mantener ese estado de cosas.
¿Es la «Patriot Act» la continuación del «Cointel Pro»?
Ashanti Alston: La Patriot Act es sin dudas su continuación ya que el Cointel Program no estaba dirigido únicamente a contrarrestar el movimiento negro, sino a todos los que se resistían a la opresión en territorio estadounidense. ¡La Patriot Act es exactamente lo mismo! Para muchos de nosotros, los que nos mantenemos aún en la lucha de la comunidad negra y que estábamos ya presentes en los años 70, resulta evidente que la Patriot Act es la continuación de aquello. Pero para los que no pueden ver el vínculo que existe entre esos dos programas, la Patriot Act parece una nueva forma de opresión.
El sistema recurre a su fuerza represiva para tratar de acabar con toda forma de resistencia. Probablemente por eso es que se produjo, en enero de 2007, el arresto de 8 ex miembros del BPP de los años 70. ¡Los arrestados ya eran abuelos! Nosotros pensamos que eso se decidió para enviarle un mensaje muy preciso a la joven generación: «¡Antes de pensar en hacer algo parecido a lo que los Black Panthers trataron de hacer en la BLA, miren primero lo que les puede pasar a ustedes!» Eso es fascismo. «¡Nosotros reprimimos incluso antes de que ustedes hayan pensado en resistir!» No dejaremos que eso suceda, sea cual sea el nombre que tenga ese programa.
Los movimientos de protesta de los años 60, tanto culturales como políticos, se desarrollaron en un contexto particular, el de la guerra de Vietnam. Hoy en día, Estados Unidos parece estar atravesando una situación de crisis parecida, con Afganistán e Irak. Pero, ¿cuáles son las fuerzas disidentes en el terreno?
Ashanti Alston: Uno de los movimientos más visibles en Estados Unidos es el movimiento contra la guerra en Irak. En realidad, la gente que entró en ese movimiento para poner fin a la guerra en el extranjero proviene principalmente de la comunidad blanca, pero no reconocen la guerra desatada contra los ciudadanos de las clases pobres, en el interior mismo de Estados Unidos, porque eso trae de nuevo a colación la cuestión del racismo. A pesar de eso, ese movimiento sigue aglutinando a la gente. Hubo momentos en que 7 millones de personas salieron a las calles para protestar contra la guerra. Pero al mismo tiempo, los que están en la capa baja de la sociedad sienten que hay una guerra contra ellos. Si los que protestan quieren dar prueba de verdadera honestidad intelectual, deben reconocerlo.
Aparte de la oposición a la guerra contra Irak en sí misma, ¿realiza ese movimiento una verdadera crítica de las causas de esas guerras?
Ashanti Alston: Yo diría que mucha de la gente que está en contra de la guerra es lo que yo llamaría «liberales». No hacen críticas ni análisis lo suficientemente profundos sobre el sistema. Sólo están en contra de la guerra, no en contra del capitalismo que creó las condiciones para esa guerra. Muchos de ellos no están preparados para eso. Es más seguro pronunciarse solamente contra la guerra en Irak, en vez de poner en tela de juicio los fundamentos mismos de Estados Unidos, el imperio que ha permitido que tenga lugar esa guerra.
Entonces, ¿las ideas del movimiento antiguerra son equivalentes a las del Partido Demócrata?
Ashanti Alston: No están muy lejos del Partido Demócrata, pero tampoco lo están de los republicanos, en el sentido que ambos quieren que se mantenga el sistema. Sin embargo, el movimiento antiguerra tiene la posibilidad potencial de inclinarse a la izquierda y de convertirse en realmente revolucionario. Esos dirigentes tendrían que cambiar. La mayoría de los que lo dirigen no son verdaderamente críticos hacia la sociedad clasista, basada en la discriminación racial.
¿Hay otros movimientos contestatarios en Estados Unidos?
Ashanti Alston: Siempre existe una resistencia en Estados Unidos, pero no se oye hablar de ella por causa del poder de los medios masivos de difusión. Incluso para los que viven en los propios Estados Unidos resulta difícil enterarse de que hay gente luchando aquí. He tenido a menudo la oportunidad de hablar en universidades o ante mi comunidad. La mayoría es gente mal informada sobre las diferentes formas de resistencia que están actuando, ¡hasta entre los propios activistas! Así que me imagino lo que pasa entre la gente que vive fuera de Estados Unidos. ¡Todos deben pensar que estamos completamente sometidos al imperio!
El programa del Black Panther Party trató de ser popular y pragmático, para responder a las necesidades y a las difíciles condiciones de vida de la comunidad negra en los años 60 y 70 [7]. Treinta años después, ¿puede decirse que la situación de los ghettos negros estadounidenses ha cambiado?
Ashanti Alston: Las condiciones de los ghettos son desgraciadamente peores de lo que nunca fueron en los años 60. ¡Absolutamente peores! Hoy vemos los resultados del «aburguesamiento» [gentrification] y la tasa de encarcelamiento. Son dos cosas que están relacionadas.
El «aburguesamiento» es cuando los bancos y los políticos trabajan juntos para reorganizar las zonas que habitan las comunidades pobres en función de los intereses de la clase media y de las clases superiores. Ese «aburguesamiento» está destruyendo a nuestra comunidad y nos envía a otros lugares, con los mismos problemas de precariedad. En ese sentido, están dividiendo a nuestra comunidad y destruyéndola más rápidamente que en el pasado ya que también proveen armas y droga. Eso ha permitido que las figuras del Gansta rap, a deportistas de alto nivel y estrellas del entertainement inciten a los jóvenes a recurrir a cualquier medio con tal de hacerse ricos rápidamente. Por eso es que un artista como 50 Cent se ha hecho tan popular. Pero lo que sucede concretamente es que muchos de esos jóvenes acaban en prisión.
Así entran [a un sistema de trabajo obligatorio no remunerado] esa nueva forma de esclavitud que se desarrolla en prisión [8]. Los problemas de hoy son diferentes a los de antes porque las consecuencias desastrosas de ese precario modo de vida aparecieron muy rápidamente. El VIH sigue siendo un grave problema, al igual que la maternidad precoz. Las escuelas siguen destruyendo la mentalidad de los jóvenes obligados, que se ven obligados a asistir a ellas aunque no reciben allí educación alguna sino que, por el contrario, se les embrutece. Todos los métodos que utilizamos nosotros en los 60 y 70 deben ser revisados, repensados, para retomar nuestra lucha revolucionaria con más creatividad.
Usted menciona un punto importante y desconocido en el extranjero, el del trabajo forzado en las prisiones estadounidenses. Usted mismo pasó varios años en prisión por causa de su lucha revolucionaria en el seno del Black Liberation Army. Supongo que usted haya seguido la evolución de las condiciones de vida en prisión desde aquella época. ¿Cómo son actualmente?
Ashanti Alston: Yo estuve en prisión desde mediados de los años 70 hasta mediados de los 80, era la época del fin de un gran movimiento revolucionario existente en las propias prisiones. Aquello comenzó con el asesinato de George Jackson en la prisión de San Quintín, en agosto de 1971. El era uno de los más importantes líderes de aquel movimiento y lo mataron. A mediados de los años 70, pude comprobar el debilitamiento de la conciencia revolucionaria en la mayoría de los presos y un aumento de la cantidad de jóvenes que llegaba a las prisiones, algunos de ellos eran miembros de pandillas. Estaban condenados a penas más largas. Lo que el sistema carcelario estaba haciendo era lo mismo que estaba pasando afuera: les daban más bienes materiales a los presos. Bienes que los ayudaban a desviar su atención de la opresión. Ahora tienen televisión con todos los canales, la radio, cosas que se pueden comprar en las tiendas de las cárceles. Se hizo eso para que la gente evite pensar de forma revolucionaria. Es el mismo fenómeno que se producía en las calles.




En su opinión, ¿cuál es la primera prioridad de los excluidos de hoy? ¿Los «derechos sociales»?
Ashanti Alston: En mi opinión, la opresión lleva a la gente a luchar por sus derechos, pero eso se fundamenta siempre en la idea de que se espera cierta generosidad por parte del opresor. Usted quiere convencerlo de que haga algo que vaya en el sentido de la justicia. ¡Yo rechazo esa visión de las cosas! Para mí, lo más importante de todo, para los oprimidos, es cuidarse entre sí, que busquen la manera de trabajar entre sí para construir un movimiento revolucionario. En ese caso, la búsqueda de «los derechos» resultará un elemento muy secundario… ya que nosotros tenemos que rechazar la ideología del sistema, la ideología del supuesto «derecho» y utilizar eso para luchar con más vigor, convencidos de que podemos triunfar.
Durante el huracán Katrina, lo único que el gobierno fue capaz de hacer para enfrentar el desastre fue enviar el ejército, en vez de enviar verdadera ayuda para prestar auxilio a la gente. Nueva Orleáns sigue siendo hoy una ciudad devastada. ¿Qué enseñanza saca usted de la impotencia y del inmovilismo del gobierno estadounidense durante esa catástrofe?
Ashanti Alston: Creo que es el ejemplo perfecto de lo que estaba explicando hace un instante. El huracán Katrina no sólo nos reveló el inmovilismo y la impotencia del gobierno sino que nos enseñó que el gobierno no tiene intención de ayudar a los de abajo. Katrina no afectó solamente a los negros, aunque la mayoría eran negros, sino sobre todo a los pobres. No podemos tener fe en este gobierno ni en sus fuerzas militares para solucionar nuestros problemas. Lo que la gente debería retener de eso es nos necesitamos unos a otros, que no necesitamos a un gobierno o a ninguna autoridad.
Durante Katrina, la gente tuvo que ocuparse de sí misma y sobrevivir por sí misma. Durante el desastre, e incluso después, hubo ex miembros de los Black Panthers en el lugar de los hechos para ayudar a la gente a defender su barrio, a construir «clínicas» de emergencia, a organizar distribuciones de alimentos y para ayudarlos, más generalmente, a cuidar de sí mismos, porque era evidente que el gobierno no iba a venir a ayudarnos. También tuvieron que enfrentarse a las fuerzas militares que utilizaban sus armas contra la comunidad negra.
Usted es uno de los teóricos del anarquismo negro [9], que usted acaba de mencionar. ¿En qué se diferencia este del anarquismo que conocemos?
Ashanti Alston: El anarquismo negro es muy sensible a las formas de autoridad y de opresión en las que un solo grupo tiene el poder de gobernar las vidas de los demás. En ese sentido, tenemos bases comunes con los demás anarquismos. La diferencia es que nos concentramos especialmente en la condición de los negros en Estados Unidos y a través del mundo. En Estados Unidos, estamos particularmente concientes de que queremos poner fin a las acciones de la clase dirigente, pero estamos sobre todo concientes de que nos dirigimos a la clase obrera, tanto a los negros como a los blancos. En el anarquismo negro, damos una importancia de primer plano a la cultura negra, ya sea el jazz, el hip hop, las artes y la danza en general. Tenemos que utilizar esa fuerza para crear una sociedad más igualitaria en la que podamos reconocer que nos necesitamos unos a otros porque, mientras menos nos oprimamos entre nosotros, más capaces seremos de constituir una fuerza a favor del cambio.
Todos los movimientos contestatarios que lograron cambiar la sociedad estadounidense estaban basados en religiones monoteístas. ¿Puede existir en Estados Unidos un movimiento de ese tipo sin bases religiosas?
Ashanti Alston: Personalmente, yo pienso que no puede existir un movimiento sin una dimensión espiritual, incluyendo a los movimientos seculares. Pienso que hay que saber que Malcolm X y Martin Luther King –el verdadero, no el que presenta G. W. Bush– eran verdaderos revolucionarios. Eso quiere decir que tener convicciones espirituales o religiosas no es ni reaccionario ni negativo. Es una forma de analizar la situación. Lo mismo sucede con los zapatistas, que se apoyan en la teología de la liberación. Ellos recurrieron a esa dimensión para entender lo que les estaba sucediendo y reunir las bases de su propia comunidad para que pudieran vivir y luchar. Nosotros tendremos que aprender a lidiar con el problema de las diferencias de ideologías y creencias. Lo que debemos tener en común es la práctica y ciertos valores, como pronunciarnos contra el capitalismo y contra el racismo, por ejemplo.
Yo diría, por otra parte, que está la religión del opresor y la del oprimido. Hoy, cuando llegué a mi casa, antes de que usted llamara, estaba leyendo un libro sobre el cristianismo negro. En resumen, ellos utilizan La Biblia para liberarse, no para ver en ella una interpretación esclavista y aceptar su condición de sometidos. Hoy en día, no debemos condenar el Islam porque no estemos de acuerdo con la religión en sí misma sino que debemos preguntarnos cómo puede convertirse en un medio de resistencia contra el Imperio. Y ver todo lo que hace el movimiento musulmán, ese movimiento, en cuyo seno las mujeres luchan por hacerse escuchar más; ese movimiento en el que la gente busca la religión como referencia para crear un modelo social diferente al capitalismo. Muchas cosas están sucediendo y nosotros los criticamos y los condenamos sin comprenderlos realmente.El Black Panthers Party y el mundo
El Black Panthers Party siempre dio muestras de simpatía por los demás movimientos de liberación del mundo entero, como el FLN, en Argelia, o la OLP de Yaser Arafat. ¿Qué piensa usted de los movimientos árabes musulmanes, como Hamas y el Hezbollah?
Ashanti Alston: Es interesante que usted me pregunte eso. Lo que muchos de nosotros, en el seno del BPP, estamos comenzando a saber sobre Hamas y el Hezbollah es que han trabajado durante años para desarrollarse por sí mismos y salvar a su pueblo. Han creado lo que aquí llamamos «programas de subsistencia». Es lo mismo que hicimos nosotros con el BPP. La gente está sorprendida de la fuerza que tienen el Hezbollah y Hamas. Pero es porque [esos movimientos] se mantienen al tanto de las necesidades de la población. Y eso fue una de las cosas más importantes que en su momento hicieron posible la existencia del BPP con sus «programas de subsistencia»: los desayunos gratuitos –free lunch programs–, la distribución de ropa y ayudar a la gente a manejar armas de fuego para poder defenderse de la brutalidad policial. Fue así como la gente empezó a apoyarnos y a identificarse con nosotros. Eso mismo es lo que sucede con el Hezbollah y el Hamas. ¡El problema es que hay gente que los rechaza por su religión! Volviendo al ejemplo del BPP, nosotros nos identificábamos con las teorías marxistas, socialistas y maoístas… y los medios utilizaron eso para empujar a la gente a rechazarnos. La gente debe saber que esos dos movimientos árabes han encontrado una vía de resistencia, y que hacen lo mejor que pueden.
Estamos de acuerdo en que el Hamas y el Hezbollah siguen un modo de acción comparable al del BPP. Al igual que este último, los califican de «movimiento terrorista» cuando en realidad garantizan la autodefensa de la población, ayuda mediante programas sociales y aspiran a la liberación de su pueblo. Entonces, ¿qué es lo realmente nuevo desde la época del BPP?
Ashanti Alston: Pienso que hay muchas similitudes, en el sentido en que son movimientos que existen para liberar a su pueblo, que ellos también entendieron la importancia de los programas de ayuda social para unir a su pueblo y para crear una fuerza social capaz de sobrevivir y de liberarse de la opresión nacional e internacional. De la misma manera, cuentan con jóvenes dispuestos a sacrificar sus vidas por esa causa. En muchos sentidos, me parece que tenemos muchas cosas en común. No sé cuál es exactamente su visión de la sociedad «ideal» que quisieran construir, pero apoyo en ellos la voluntad de emancipación. La necesitan mucho. No importa lo que haya alrededor. No importa que los cambios surjan en medio de la lucha. Al igual que otros movimientos, no se trata de grupos monolíticos, hay diferentes opiniones e ideas diferentes, y tendrán que reflexionar y luchar para tratar de encontrar las mejores ideas, mientras tratan de consolidarse como comunidad de resistencia.
Pero el Hezbollah logró resistir y ganar solo la guerra que Israel desató contra el Líbano durante el verano de 2006. ¿Por qué al BPP le resultó más difícil luchar contra su propio sistema, mientras que el Hezbollah logró ganar contra Israel?
Ashanti Alston: Buena pregunta. Sin dudas porque el BPP era muy joven. Y el tipo de lucha que estábamos librando era algo muy nuevo para nosotros. No teníamos experiencia alguna, aunque tratábamos de aprender lo mejor que pudimos. Por eso que establecimos lazos con otros movimientos, desde la Organización de Liberación de Palestina (OLP) hasta los movimientos africanos, hasta el Frente de Liberación Nacional de Vietnam. Queríamos aprender lo más rápido posible. Pero al mismo tiempo, el sistema también elaboraba estrategias lo más rápido posible para destruirnos. Ellos tenían experiencia. Ya habían destruido movimientos revolucionarios durante generaciones a través del mundo.
Sin embargo, se quedaron estupefactos ante el nacimiento de una revolución dentro de su propio territorio. Así que inventaron el CointelPro. Y como no teníamos experiencia alguna, las tácticas que utilizaron para dividirnos dieron resultado. Sin hablar de los medios de difusión que trabajan para penetrar en los corazones y las mentes de la comunidad negra y blanca con mensajes del tipo «Aléjense de esa gente. No los apoyen. ¡Son terroristas!». La situación del Hamas y del Hezbollah es diferente porque ellos pueden luchar de varias formas, han tenido altas y bajas durante dos décadas. Pienso que eso los ayuda en cierto sentido a ser capaces de desarrollar una forma innovadora de organización. Nosotros no fuimos capaces de hacerlo. Pero los éxitos del Hezbollah y el Hamas nos enseñan muchas cosas. Nosotros estamos reflexionando sobre lo que tenemos que hacer para volver a crear un movimiento con esa determinación.
En las mentes de muchos occidentales, el choque de civilizaciones, entre las civilizaciones judeocristiana y arabo-musulmana, es algo real, un antagonismo inevitable. ¿Cree usted que la historia de la lucha de los afroamericanos, tanto la del SCLC cristiano de Martin Luther King como la de la Nation of Islam de Malcolm X, pudiera servir para reconciliar a la sociedad estadounidense con el Islam?
Ashanti Alston: ¡Buena pregunta! En Estados Unidos, los musulmanes son principalmente negros, y los negros constituyen una gran comunidad. Sin embargo, la mayoría siguen siendo cristianos. Yo creo que actualmente el problema del miedo al Islam en Estados Unidos viene definitivamente de la Nation of Islam, y por otra parte del hecho que muchos jóvenes han salido al extranjero para aprender un Islam «de primera mano», muy riguroso… Pero la gente tiene que saber que los musulmanes de hoy en día no son diferentes de los cristianos, los budistas, los ateos… que son gente como los demás, que aspiran a la dignidad. Actualmente existe en la comunidad negra un importante potencial de reconciliación entre las dos religiones.
Mientras más protestemos y luchemos juntos, más crecerá el respeto entre nosotros. Además, la gente tiene modelos comunes en los que pueden sentir que existen, no sólo en la lucha revolucionaria sino también en el orgullo de vivir juntos. Está el ejemplo de Mohamed Ali y de otras figuras del Islam que dieron su apoyo a la comunidad negra. Con los dos ejemplos de Martin Luther King y de Malcolm X podría resultar sin dudas más fácil para los afroamericanos que para cualquier otra comunidad de Estados Unidos reconciliar el cristianismo y el Islam, ya que ambas religiones han desempeñado un papel significativo aquí. Nosotros podemos ser un modelo para las demás comunidades en Estados Unidos.

tomado de: http://www.webislam.com/?idt=9202

Monday, February 04, 2008











Un agujero en la política de Israel y el imperialismo







En los últimos días, cientos de miles de palestinos de la Franja de Gaza derribaron los pasos fronterizos con Egipto e ingresaron masivamente en ese país para comprar alimentos, medicamentos y otros elementos imprescindibles de los que carecían como resultado del cerrado bloqueo israelí a ese territorio. Se estima que, del millón y medio de habitantes de Gaza, participaron cerca de 700.000 personas.
Esta acción, nacida de la urgente necesidad de supervivencia, tiene, al mismo tiempo, un claro significado de lucha y, en los hechos, significó un importante triunfo, aunque sea parcial, para quebrar el bloqueo israelí y sus objetivos. Tal como señala el artículo de Steven Erlanger en el New York Times: “también abrió un gran agujero en la política israelí, apoyada por Washington, de apretar a la población de Gaza con la esperanza de que se levantase contra Hamas”.
Desde la LIT-CI, saludamos este triunfo del pueblo palestino que, una vez más, ha mostrado su heroísmo y su capacidad de movilización para, incluso en la peores condiciones, poner en jaque los diferentes planes que el imperialismo e Israel, en complicidad con una parte importante de las organizaciones palestinas y gobiernos árabes, vienen elaborando para liquidar su lucha por la recuperación de su territorio histórico, usurpado por Israel.
La crisis de los acuerdos de Oslo
La situación actual se inicia con el triunfo del movimiento islámico Hamas en las elecciones legislativas de la ANP (Administración Nacional Palestina), a inicios de 2006, cuando derrotó ampliamente a los candidatos de la organización Al Fatah, del presidente de la ANP Mahmud Abbas.
Este resultado electoral puso en crisis la política de los Acuerdos de Oslo, mediante los cuales Al Fatah y la OLP reconocieron la existencia del Estado de Israel y legalizaron su usurpación de Palestina. A cambio, recibían la promesa de la creación de un “futuro estado palestino”, en realidad, pequeños territorios aislados y sin posibilidad real de autonomía, al estilo de los bantustanes sudafricanos de la época del apartheid. El resultado electoral mostró el mayoritario rechazo del pueblo palestino a esta política y el profundo desgaste de la dirección de Mahmud Abbas y Al Fatah, transformada ahora en agente incondicional de Israel y del imperialismo.
Ante esta situación, Israel, el imperialismo y Abbas retuvieron los fondos de ayuda internacional y los impuestos locales recaudados por Israel en los territorios palestinos, imprescindibles para su funcionamiento, buscando estrangular financieramente al gobierno del Hamas. Aunque la dirección de esta organización aceptaba una tregua de hecho con Israel, querían obligarlo a capitular completamente y aceptar los acuerdos de Oslo. Al mismo tiempo, Abbas y Al Fatah fueron armando una creciente fuerza militar para reprimir a los palestinos y atacar a Hamas, a sus dirigentes y diputados.
Gaza: territorio palestino independiente
A pesar de los intentos conciliadores de Hamas, que llamaba a formar un “gobierno de unidad nacional” con Al Fatah, a mediados de 2007, la situación derivó en enfrentamientos abiertos entre ambas fuerzas y en un golpe de Estado organizado por Abbas para desplazar a Hamas y tomar el control total del gobierno.
Ante la preparación de este golpe bonapartista, apoyado por el imperialismo e Israel, se produjo la reacción de las masas de Gaza que empujaron a Hamas a expulsar de ese territorio al aparato militar de Abbas y a la policía de Al Fatal. Fue un triunfo de las masas palestinas porque liberaron a Gaza del control de Israel y sus agentes, transformándolo así en un territorio palestino independiente.
Esta situación era totalmente intolerable para Israel y su papel de estado militar-gendarme en la región. Por eso, primero atacó militarmente el territorio, para destruir su infraestructura de generación de electricidad y suministro de agua. Después, estableció un cerrado bloqueo para impedir la entrada de alimentos, medicamentos y combustibles. Esta política tenía un objetivo muy claro: derrotar a toda costa la resistencia del pueblo de Gaza y obligarlo a rendirse.
La política del sionismo contra los palestinos recuerda a la de los nazis contra los judíos
La extrema crueldad de esta política israelí, que puede ser calificada como genocida, no debe sorprendernos ya que tiene su origen en la misma esencia del Estado de Israel. Por un lado, se trata de un enclave imperialista cuya creación significó la usurpación, con métodos violentísimos, del territorio histórico palestino y la expulsión de cientos de miles de sus habitantes en 1948. Por otro, es un estado gendarme al servicio del imperialismo, armado hasta los dientes para atacar a los pueblos árabes, especialmente a las masas palestinas. En ese sentido, este bloqueo genocida no es más que la continuidad de los numerosos crímenes que ha cometido Israel en sus 60 años de existencia.
La política israelí recuerda, en varios aspectos, la política que los nazis tuvieron hacia los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente la creación del Gueto de Varsovia, que llevó al levantamiento en 1943 contra la ocupación nazi. Por una cruel ironía de la historia, el sionismo ha hecho que los descendientes de aquellos heroicos judíos de Varsovia apliquen hoy esa misma política nazi contra otro pueblo oprimido, los palestinos.
La crisis de los acuerdos de Anápolis
Sin embargo, existe una diferencia fundamental entre ambos procesos: mientras el levantamiento del gueto de Varsovia fue totalmente aplastado y derrotado, la lucha de los palestinos, aún sin conseguir el objetivo histórico de recuperar plenamente su tierra, viene logrando triunfos parciales como la actual ruptura del bloqueo de la frontera con Egipto, que provocan la crisis de los diferentes planes que el imperialismo e Israel tratan de aplicar en la región. Por ejemplo, la ruptura del bloqueo fronterizo con Egipto ha hecho entrar en crisis muy rápidamente los recientes acuerdos realizados en la ciudad de Annapolis (EEUU) entre Israel y Mahmud Abbas, con el visto bueno del gobierno de George W. Bush y el apoyo cómplice de la casi totalidad de los gobiernos árabes, que, en una nuevas maniobra contra el pueblo palestino, intentaban retomar el camino de los acuerdos de Oslo.
Israel no está sólo
El estado sionista no está sólo en su política criminal y genocida. Además del respaldo incondicional del gobierno de EEUU, que define a Israel como su “aliado estratégico”, y la complicidad títere de Abbas y al Fatah, tiene también el apoyo de hecho de los países imperialistas europeos y de la ONU.
La Unión Europea, principal socio comercial de Israel, y la ONU --siempre dispuestas a respaldar y encubrir las acciones y las invasiones militares imperialistas, como en Afganistán, Irak o Haití-- han guardado hasta ahora un silencio absoluto ante el bloqueo de Gaza. Un silencio que sólo puede calificarse de complicidad con la criminal política israelí.
Egipto: se deteriora una pieza clave de la política sionista-imperialista
La otra pieza clave del “operativo cerrojo” israelí era la acción de Egipto, que debía garantizar la frontera con la franja de Gaza por el sur. Pero, con certera intuición, las masas palestinas encabezadas por Hamas rompieron el cerco por su “eslabón más débil”, derribando los muros y portones de la frontera. El ejército egipcio, que inicialmente intercambió disparos con la milicia de Hamas, mostró su reticencia a reprimir a los miles de personas que entraban en el país. Al mismo tiempo, los pobladores y comerciantes egipcios de la península del Sinaí se mostraron dispuestos a recibir y ayudar al pueblo palestino.
Estos hechos han provocado una crisis política en Egipto, cuya importancia excede la ruptura del bloqueo. Entre 1948 y 1973, este país, el mayor del mundo árabe, gobernado por una corriente militar nacionalista burguesa, el nasserismo, encabezó la lucha de los pueblos árabes contra Israel. Tras la derrota en 1973 en la guerra contra Israel, el nasserismo comenzó a girar cada vez más a la derecha. En 1978, Anwar el-Sadat, sucesor de Nasser, firmó en Camp David (EE.UU.) un acuerdo con el gobierno israelí, que reconocía la existencia de Israel y renunciaba a la lucha por recuperar Palestina para el pueblo árabe.
Actualmente, Egipto es gobernado por la sangrienta dictadura proimperialista de Hosni Mubarak, que recibe de EE.UU. una ayuda anual de 2.000 millones de dólares (la mayor después de Israel) destinados a quebrar la unidad de los pueblos árabes en la lucha contra Israel y a “cerrar la pinza” sobre la franja de Gaza.
Es por lo tanto lógico que el gobierno de Mubarak haya recibido duras recriminaciones de Israel y del imperialismo por no cumplir el papel asignado, exigiéndole que lo haga. Algo que, a pesar de su voluntad de hacerlo, no parece fácil, si tenemos en cuenta la crisis que esta situación está provocando en el ejército egipcio y las simpatías de la mayoría de la población hacia los palestinos.
De hecho, a partir de la ruptura de la frontera, el problema palestino se ha metido de lleno en la política interna egipcia. Han aumentado los cuestionamientos a la política proimperialista de Mubarak y se han realizado movilizaciones en apoyo de los habitantes de Gaza. Es decir, aumenta el desgaste del gobierno porque esto se suma a problemas ya existentes en el país, como la oleada de huelgas obreras que vivió el país en los últimos años. En otras palabras, con la crisis de la dictadura de Mubarak, se está deteriorando aceleradamente una de las piezas claves de la estructura política del imperialismo y del sionismo en la región.
Nuevamente, el problema de fondo: la necesidad de destruir al Estado de Israel
Frente al criminal bloqueo a la franja de Gaza, seguramente coincidiremos con la mayoría de la izquierda mundial, incluyendo posiblemente una parte de la izquierda israelí, en la necesidad de derrotar este bloqueo y exigir a Israel su finalización. En este sentido, la LIT-CI hace, en otro artículo de esta misma edición de Correo Internacional, un llamado a realizar una gran campaña unitaria de movilizaciones con esa reivindicación.
Junto a esta acción unitaria, los hechos de Gaza vuelven a poner al rojo vivo el debate sobre cuál es la solución de fondo a la situación de permanente conflicto que se vive en Palestina-Israel. La LIT-CI sigue afirmando que la única solución es la destrucción de Israel que, por su carácter de enclave colonial, usurpador de la tierra palestina y estado gendarme del imperialismo, es el origen permanente de esta situación conflictiva, con métodos cada vez más crueles y genocidas. Es decir, no existe ninguna posibilidad de que el pueblo palestino logre la liberación de su tierra y de que haya paz en la región sin expulsar al ocupante sionista. De la misma forma que no existía otra alternativa que destruir el "estado del apartheid" en Sudáfrica o liquidar el estado nazi en Europa, durante la II Guerra Mundial.
Por eso, reivindicamos la consigna fundacional de la OLP, hoy abandonada por la gran mayoría de las organizaciones de la izquierda, de luchar por una Palestina Laica, Democrática y No Racista, en la que puedan convivir en paz los palestinos y los judíos que estén dispuestos a hacerlo y a la que puedan retornar los millones de refugiados y emigrados palestinos, expulsados por Israel desde 1948.
Sin embargo, repetimos, esta Palestina no podrá lograrse sin destruir el Estado de Israel. Una tarea que la derrota del ejército sionista en El Líbano y la ruptura del bloqueo a Gaza --sumados a la creciente crisis política dentro del propio Israel y al deterioro de la política imperialista para el conjunto de Medio Oriente-- ponen cada vez más como presente y posible, a condición de que se dé la unidad de las masas palestinas y del conjunto del pueblos árabes en esa lucha y de la existencia de una dirección dispuesta a llevar esa tarea hasta el fin.
La política de Hamas
A partir de nuestro apoyo incondicional a la lucha del pueblo palestino, queremos analizar más profundamente la política del Hamas, organización a la que reconocemos como la dirección de las masas palestinas de la franja de Gaza.
Su política ha tenido profundas contradicciones. Por un lado, Hamas ha respondido correctamente, con acciones de lucha, a las recientes agresiones del sionismo y sus agentes palestinos y árabes (Abbas, Al Fatah y el gobierno egipcio), liberando primero la franja de Gaza, desde donde continúa realizando ataques con cohetes sobre Israel, y ahora rompiendo el bloqueo en la frontera con Egipto. Estas acciones seguramente le han hecho ganar un inmenso prestigio entre los palestinos y los pueblos árabes.
Pero, al mismo tiempo, ha lanzado permanentes llamados a la conciliación con Abbas y Al Fatah y ha mostrado su disposición a aceptar una tregua de hecho con Israel. Es decir, una política destinada a lograr un cierto status quo que le permita cogobernar los territorios de la actual ANP o, por lo menos, lograr un miniestado en la franja de Gaza, dirigido por ellos. Una política que muestra, por un lado, el carácter burgués y las profundas limitaciones de la dirección del Hamas y que, por otro, es totalmente absurda si se considera que la terrible situación de los palestinos puede superarse con sólo mantener el control permanente de Gaza. Si la historia ha demostrado con creces que los problemas sociales de una nación económicamente atrasada no pueden resolverse dentro de las fronteras nacionales, esta perspectiva resulta aún más difícil de lograr en un pequeño territorio como la franja de Gaza, casi sin base productiva y de infraestructura de servicios. Por eso, la recuperación de la totalidad del territorio palestino no es sólo un objetivo histórico sino que también es un primer paso imprescindible para comenzar a resolver esa situación. Lo que nos lleva, sin alternativas, a la necesidad de destruir el Estado de Israel.
Es esta perspectiva estratégica la que plantea las tareas más urgentes. En primer lugar, es necesario derrotar a los agentes de Israel y del imperialismo dentro del pueblo palestino, como Abbas y Al Fatah. En segundo lugar, es preciso llamar al conjunto de los pueblos árabes a la lucha por derrotar a los gobiernos proimperialistas de la región, especialmente la dictadura de Hosni Mubarak. De modo inmediato, está planteado que esa movilización le imponga al gobierno egipcio la apertura permanente de la frontera con Gaza y el suministro de alimentos, medicamentos y combustible. También está planteada la necesidad de que esa movilización exija a gobiernos como el de Siria que deje de respaldar acuerdos como los de Annápolis y apoye de modo efectivo la lucha de los palestinos.
La actual situación de la Franja de Gaza presenta, entonces, dos alternativas posibles. La primera es que los triunfos parciales, como la liberación del territorio o la ruptura de la frontera con Egipto, conduzcan a un status quo de coexistencia temporal. Una situación que, tal como muestra la experiencia histórica, sería rápidamente rota por Israel y sus agentes palestinos, con nuevos ataques. La otra alternativa es que esos triunfos sirvan de aliciente e impulso a una gran movilización conjunta de los pueblos árabes y musulmanes que permita avanzar en la lucha por la destrucción del Estado de Israel.
Por una gran campaña de solidaridad con el pueblo palestino
En una política que recuerda la acción de los nazis con respecto al gueto de Varsovia, el gobierno israelí, con su bloqueo a la franja de Gaza, busca que miles de palestinos mueran de hambre o enfermedad para lograr sus objetivos.
No podemos permanecer pasivos frente a esta nueva acción genocida de Israel en la franja de Gaza. Por eso, es necesario desarrollar una gran campaña internacional de solidaridad y apoyo al pueblo palestino de este territorio para romper el bloqueo y obligar a Israel a levantarlo. Creemos que también se debe exigir al gobierno egipcio que abra de modo permanente la frontera con Gaza y suministre a los palestinos que entran en el país los recursos imprescindibles para su supervivencia.
La LIT-CI llama también a exigir a los gobiernos de todos los países que, en respuesta a la criminal acción israelí, decreten un boicot de exportaciones a Israel hasta que cese el bloqueo de Gaza. La acción de las organizaciones sindicales, resolviendo acciones en este sentido, es muy importante.
Algunas primeras manifestaciones ya han comenzado a desarrollarse en España, con actos y manifestaciones en diversas ciudades de ese país. También en Argentina y en otros países. Saludamos también la acción conjunta realizada por palestinos e israelíes con esa reivindicación. Debemos extender estos ejemplos a todo el mundo.
Todas las organizaciones obreras y de izquierda, así como las que se reivindican democráticas y humanitarias, deben participar de ese llamamiento para acabar con el bloqueo israelí y salvar la vida de miles de palestinos
¡Rompamos el criminal bloqueo israelí-egipcio!
¡Solidaridad y apoyo al pueblo de Gaza!
Secretariado Internacional de LIT-CI
San Pablo, 31 de enero de 2008