Friday, December 01, 2006

Y EN EL ÚLTIMO TRAGO NOS VAMOS



SALUD

Se fue la barca de ola en ola por esa botella
hundida en la gracilaria morada de una uva amarga,
vaivenes hubo antes del naufragio desgajándose el maderamen
de la historia esa que nos embriagó de amor.

La astilla azul de la noche puntiaguda con tu delgada figura
se eleva en las alas del tabaco que trajo alguna vez
la fiebre aquella que consumía de la noche al alba
estos cuerpos mancornados hasta evadirse en sopor erótico.

Cojo cada vaso alzado a las alturas donde los sueños se densifican
saliendo a borbotones el embriagante sudor de las viñas,
turbios los dedos toman y aprisionan la copa de ese champaña
dorado por tristezas que afloran al anochecer

la despedida, mi amor, se ha criado entre esos bichos nacidos
en la vasija del caleidoscopio que una vez pusiste en mis manos.


ALCÉ MI COPA …

Duele como una bofetada el cristal que seco queda,
venías de esos caminos donde habías quedado sola,
y me diste sabor del oriente en un paso de camello,
vi tus movimientos serpenteando las palabras en tu baile
y una sonajera de monedas grises tintineaban el requiem de una despedida.

Cayeron como telón de la última escena, en las gotas venidas de tus labios
ascendíamos, un fuego mágico de una lámpara especial
dio al genio la ocasión de brindarme pétalo a pétalo la rosa negra tuya…

En una jaula rota quedó la delicia y su olor aromático a té,
soplaba un amanecer que venía en alas de zorzales
en el parque, hasta que desaparecimos en la tupida arboleda.











NO HABIA ALLÁ ARRIBA NI UN TRAGO QUE TOMAR

Se nos vino abajo el cielo y ahora cada uno está en su propio infierno,
he de confesar mi bien los sueños inquietos ornamentados con el barroco
de infinitos detalles desgajados en los perfiles que las sombras dibujan:
gárgolas, dragones carcomidos de palabras, alguna voz soez .

Veo crecer plantas voraces alrededor de la fotografía esa en que reímos felices
y nos comió la risa

hasta ahora, nos sigue el hedor del Riachuelo ese que es como un tango
de vasos avinagrados cuya baba amarga aplana mi garganta, vemos
desde la cubierta del barco tomados de la mano, las aves del averno

Corrientes con sus luces se nos mete hasta el tuétano


YA NO TOMASTE ESTA BOTELLA CONMIGO

Ciertamente esa quedó pendiente.

Alguna vez la beberás pero, no estaré yo.

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