Saturday, October 21, 2006


Los chicos del huracan Katrina
NOTA: no actualizaremos al menos hasta el martes 31 o el miércoles 1º de noviembre. ¿por qué? y qué les importa weones! ^_^
Esta noticia es simpatiquísima. Esta es la historia de una pareja sobreviviente al huracán Katrina, y que se convirtieron en símbolo -justamente- de la supervivencia y la reconstrucción de New Orleans. Lo que ud., señora o señor lector, no espera, es el final de esta cuestion…
(fuente: elpais.es)

Los últimos muertos del Katrina
El hombre que simbolizó la resistencia al desastre provocado por el huracán asesina de forma atroz a su novia y luego se suicida
Primero la estranguló. Luego le cortó la cabeza, la metió en una olla, cortó el cuerpo en pedazos, lo metió en la nevera, lo sazonó y se fue de borrachera. Después Zachery Bowen, de 28 años, se gastó 1.500 dólares (unos 1.200 euros) en “buena comida, buena bebida, buenas drogas, buenos amigos y buenas strippers”, según sus propias palabras, pero finalmente, dos semanas después de haber asesinado a Adriane Hall, su novia, el miedo pudo con él. El pasado martes, Bowen, ex veterano de Irak y Afganistán, se suicidaba saltando desde la terraza de un hotel de Nueva Orleans y dejando una nota con una confesión espeluznante: “Lo que más me asustó no fue darme cuenta de la tranquilidad con la que estrangulé a la mujer a la que había amado durante un año y medio, sino la ausencia absoluta de remordimientos”.
( siga leyendo esta wevada)
El cuerpo de la que se sospecha que es Adriane Hall fue hallado troceado el martes en el apartamento que ambos compartían en el barrio francés de Nueva Orleans, el mismo en el que el pasado año se convirtieron en estrellas mediáticas tras haberse enamorado la misma noche del huracán Katrina y haber decidido quedarse en la ciudad repartiendo cócteles y buen humor entre los vecinos y formar la resistencia del barrio francés.
La policía llegó hasta el cuerpo de la joven guiada por una nota que Bowen escribió antes de suicidarse y en la que daba instrucciones para llegar hasta su casa. Allí apareció otra nota en la que confesaba haber matado a su novia el pasado 5 de octubre, tras una discusión.
La pareja, que trabajaba sirviendo copas, era muy conocida entre los camareros locales de una ciudad en la que tras el paso del huracán Katrina nada parecía ya suficientemente fuerte como para sorprender a sus sufridos habitantes. El hedonismo se ha impuesto como forma de supervivencia -el asesino lo fue hasta el último día- aunque esta semana nadie podía salir de su asombro ante la noticia. En particular, el diario The Times-Picayune recogía las palabras de un amigo de la pareja, Capricho DeVellas, el primero que llamó a Bowen cuando éste dejó de acudir a su trabajo al mismo tiempo que Hall desaparecía del suyo. “Temía que Bowen pudiera suicidarse porque su novia le había amenazado con abandonarle varias veces”, afirmaba DeVellas. Sin embargo, eso aún no había ocurrido. Bowen respondió al teléfono y le dijo que su novia, efectivamente, le había dejado hace varios días y se había ido de la ciudad. “Yo le creí. Addie (así llamaban sus amigos a Hall) era una artista, un espíritu libre perfectamente capaz de hacer algo así”, contaba DeVellas. Bowen y él decidieron salir juntos a tomar unas copas y así fueron pasando los días. “Lo que es absolutamente increíble es que Addie estuviera en ese estado (muerta y cocinada) y él estuviera de marcha conmigo”, recordaba DeVellas, quien aseguró además que la relación de la pareja siempre había sido turbulenta.
Hall había sufrido abusos sexuales de pequeña. Bowen, que antes estuvo casado y tenía dos hijos, sufría depresiones. Su paso por las guerras de Irak y Afganistán, donde había sido condecorado, le había convertido en un hombre emocionalmente inestable, según sus amigos, que recordaban cómo aludía a menudo a un incidente con un niño. En el cadáver del asesino aparecieron 28 quemaduras de cigarrillo, “una por cada uno de mis años de fracasos morales, amorosos, como padre, marido, soldado y estudiante”. Fue lo último que escribió en una nota en la que también decía: “Esto no ha sido un accidente. He tenido que arrancarme la vida para pagar por la que yo arranqué”.

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