Monday, August 07, 2006

"EL FANTASISTA", LA GRAN PICHANGA DE HERNÁN RIVERA LETELIER


El escritor chileno, pampino de siempre, conversó con Cooltura & K-rrete sobre toda su obra y su más reciente libro, texto en que el fútbol de los niños pampinos es el gran protagonista.

Por Gabriela Flores

Amante de la literatura hispanoamericana de los años sesenta - Juan Rulfo, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Juan Carlos Onetti, entre otros- Hernán Rivera Letelier nunca fue a la universidad ni tomó clases de literatura. De allí que piense que con esfuerzo ha debido adquirir técnica y oficio, pues, como señala, “este trabajo es un uno por ciento de inspiración y un 99 por ciento de transpiración”. “El fantasista” entra en la desaparecida salitrera Coya Sur para contar sus mejores recuerdos de adolescencia: “Las interminables pichangas a pampa traviesa que duraban todo el día, tenían un intermedio para ir a almorzar y sólo terminaban cuando ya estaba oscuro y alguien gritaba ¡La llorona! o ¡El descabezado!, y todos salíamos apretando”. Declaradamente Colocolino, Rivera Letelier dice que el fútbol fue una ayuda para escapar del tedio de esos días tan largos, porque además del cine, para lo que no siempre había plata, “los partidos con pelota de trapo y a pata pelada eran nuestra única entretención.”. “El gusto por la literatura nació a los 18 años, cuando renuncié al trabajo y me fui a vivir el movimiento hippie”, lo cual se relata en su novela “Canción para caminar sobre las aguas” (2004), la que le resultó la más entretenida de escribir, cuenta. Aunque dice que la más importante es “Santa María de las flores negras” (2002), todas las novelas tienen algo especial. “La Reina Isabel cantaba rancheras” (1994) es su regalona, en tanto que la más íntima y mejor lograda son “Himno del ángel parado en una pata” (1996) y “Los trenes se van al purgatorio” (2000), respectivamente. “Una de las que más me gusta es “Fatamorgana de amor con banda de música” (1998), porque es una gran historia de amor, pero creo que la más bella es “Romance del duende que me escribía las novelas” (2005), que, como dice el nombre, no es una novela, sino un romance”.

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