Saturday, April 19, 2008







El enemigo interno, el enemigo externo, y la guerra psicológica
En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso
























En el Nombre de Dios, el Com­pa­sivo, el Misericordioso. La ala­banza sea para Dios, Señor del Universo. Que las bendiciones y la paz sean con nuestro señor y Profeta Abû-l Qâsim Muhammad y con su excelente Familia, los más puros y los elegidos, guiado­res, guiados e inmaculados, espe­cialmente sobre el Remanente de Dios en la Tierra.
Tenemos dos grandes enemi­gos. Hoy voy a exponer breve­mente a esos dos enemigos y bos­quejarlos para que veamos qué debemos hacer frente a ellos. Una nación debe conocer a sus ene­migos. Debe conocer sus planes y prepararse frente a los mismos. Tenemos dos enemigos: Un ene­migo interno y otro que es ex­terno. El enemigo interno es el más peligroso. ¿Cuál es el ene­migo interno?
El enemigo interno son esas ma­las peculiaridades que es posi­ble que tengamos en nues­tro in­terior. La pereza, la falta de agili­dad, la desesperanza, el ego­ísmo extremo, pensar mal de los de­más, ser pesimista res­pecto al futuro, no tener con­fianza en sí mismo -ni en la pro­pia persona, ni en la propia nación-, etc., to­das éstas son enfer­medades. Si el enemigo interno se encuentra en nuestras perso­nas nuestra tarea será dificul­tosa.
Éstas son como termitas que arremeten contra las bases de un edificio y terminan destruyén­dolo. Son como el gusano que se instala dentro de la fruta y ter­mina pudriéndola. Debemos lu­char contra esas malas peculiari­dades.
Si podemos neu­tralizar a esos enemigos que te­nemos en nues­tro interior, en nuestras personas y en la cultura general de nuestra sociedad, en­tonces el enemigo externo no podrá infringirnos ningún daño.
En cuanto al enemigo ex­terno, con ello queremos signifi­car al régimen de dominación interna­cional, esto es, eso a lo cual lla­mamos arrogancia mun­dial. La arrogancia mundial y el régimen de dominación dividen al mundo en dominadores y do­minados. Si una nación quiere defen­der sus intereses frente a los do­minadores, enton­ces éstos se vuelven hostiles con esa nación, infringen presiones sobre la misma e intentan des­truir su re­sistencia. Ese es el enemigo de cualquier nación que quiere ser independiente, digna, honorable y desarrollada, y que no quiere estar bajo el yugo de los domina­dores.
Hoy, el exponente de esta hosti­lidad está conformado por la red del sionismo internacional y el actual gobierno de EE.UU. Por supuesto, esta hostilidad no es nueva sino que los métodos son los que han cambiado.
Hoy existe una contradicción en el mundo. A los ojos de las na­ciones musulmanas y los países de ciertas regiones -esto es, las naciones de Asia, África, los paí­ses lati­noamericanos y los países de Me­dio Oriente-, la nación de Irán es valiente, defensora de la verdad y la justicia, y resiste frente a los avasalladores. Es así como cono­cen a la nación de Irán.
Esta misma nación de Irán y este mismo régimen de la Repú­blica Islámica que es tan objeto de elo­gio por parte de los pue­blos, desde la perspectiva de los pode­res opresores ¡es acusada de in­fringir los derechos humanos! ¡Es acusada de amenazar la paz mun­dial! ¡Acusada de apoyar el terro­rismo! ¡Eso es una contra­dicción! Una contradicción entre la visión de los pueblos y las an­sias de los superpoderes.
Esta contradicción representa una amenaza para el régimen de dominación mundial. Día tras día éstos se alejan más de los pueblos. En la estructura de la liberal de­mocracia occidental se ha produ­cido esta erosionada brecha, la cual día tras día se tornará más grande. En definitiva, las propa­gandas de la arrogancia mundial podrán ocultar las realidades por un tiempo, pero no podrán hacerlo por siempre. Los pueblos día tras día se despiertan cada vez más.
Las contradicciones entre sus ansias y los anhelos de la gente y lo presenciado por la misma, se incrementan día tras día.
Hablan sobre democracia, hablan sobre derechos humanos, hablan sobre seguridad mundial, hablan de lucha contra el terro­rismo, pero su malvado interior nos in­dica que son provocadores de guerras; nos señala que piso­tean los derechos de las naciones; nos señala su profunda e insacia­ble ansia por las fuentes mun­dia­les de energía. Eso es obser­vado por los pueblos, ante los cuales, día tras día decrece más y más la reputación de la liberal democra­cia y de EE.UU. -que se encuen­tra a la vanguardia de la misma-. En contraposición, la re­putación del Irán Islámico au­menta cada vez más.
Frente a estos dos enemigos, no­sotros tenemos dos obligacio­nes: Primero debemos conocer al enemigo y luego debemos cono­cer sus planes.
Voy a resumir el programa de la arrogancia mundial contra la nación de Irán en tres frases. Primero: La guerra psicológica. Segundo: La guerra económica. Tercero: Combatir su desarrollo y capacidad científica.
¿Qué es la guerra psicológica? El propósito de la guerra psicoló­gica es amedrentar. ¿A quién quieren amedrentar? A una na­ción que no se deja amedrentar; a las masas de gente que no se de­jan amedrentar.
¿A quién quieren amedren­tar? A funcionarios y personali­dades políticas que, como deci­mos usual­mente, conforman la élite (de una na­ción). A ellos quieren amedrentar. Quieren amedrentar a quienes son facti­bles de ser sedu­cidos. Quieren seducir a ésos y debilitar la vo­luntad popular. Quieren cambiar la comprensión del pue­blo res­pecto a las realida­des de su propia sociedad. El ob­jetivo de la guerra psicológica es éste. A una persona que no está enferma se le dice cientos de veces: “¡Señor! ¡Usted se ve agotado! ¡Usted está en­fermo!”. Al final la persona ter­mina sintiéndose un poco en­ferma.









También sucede lo contrario. Si a alguien que está siendo víc­tima de alguna enfermedad, se le dice cientos de veces “¡Usted se en­cuentra bien!”, la persona siente una falsa mejoría. Me­diante la sugestión quieren in­vertir las realidades de nuestro país a los ojos de nuestro pueblo. La nuestra es una nación con potencial, capaz, y po­seedora de grandes recursos naturales. Tal nación puede progresar y dispo­nerse a la vanguardia sin que haya ningún motivo por el cual deba desesperanzarse. Pero ellos quie­ren invertir las realidades y des­esperanzar a la nación.
En sus propagandas invierten el sitio del acusador con el del acusado. Hoy, EE.UU. es el acu­sado y los pueblos del mundo son los acusadores. Hoy, nosotros acusamos a EE.UU.
EE.UU. está acusado de per­tene­cer a la arrogancia mundial, de promover el colonialismo, de promover guerras, de invasión militar, de provocar discordias internas. Nosotros somos los re­clamantes. Nosotros somos la parte acusadora. Ellos quieren disponerse en la parte acusadora y colocar a la nación de Irán en la parte acusada.
Parte de la guerra psicológica del enemigo consiste en promo­ver las diferencias. Sus­citan y difunden en nuestro país diferen­cias regionales, diferencias reli­giosas -entre shias y sunnis-, dife­rencias partidarias y diferencias y luchas de clases.
En la cuestión de Irak acusan a Irán. Aquéllos que llegaron e invadieron Irak, humillaron al pueblo de Irak, ofendieron a las mujeres, hombres y jóvenes ira­quíes de diferentes maneras, siendo que en estos mismos mo­mentos los militares norteame­ricanos e ingleses se encuentran conduciéndose con total abuso en Irak…, esos mis­mos ¡acusan a Irán de entrome­terse en los asuntos de Irak!
Cuando el estado de EE.UU. y muchos otros estados occidenta­les apoyaban al aniquilado baa­zista Sad­dam, la nación de Irán les abrió los brazos a los iraquíes emanci­pados. Personas libres que vinie­ron hasta aquí y que noso­tros protegimos de la maldad de Sad­dam. Hoy, esos mismos han lle­gado al poder y al gobierno en Irak.
El terrorismo en Irak es inci­tado por los servicios de espio­naje de EE.UU., Inglaterra e Is­rael.
Esta matanza entre hermanos en Irak no es producto de una gue­rra shia-sunni. Los shias y los sunnis convivieron por siglos en Irak y no tuvieron guerras. Hay muchas familias iraquíes en las que algunos son shias y otros sunnis.
Fueron ellos los que provoca­ron esos actos de terrorismo. Son ellos los que se benefician de la inseguridad.
En cuanto a los rumores que siembran sobre la influencia shia, la difusión del Shiísmo por parte de Irán, “la media luna shiíta” y otras aseveraciones como esas, eso conforma una de la ramifica­ciones de su guerra psicoló­gica.
La guerra económica también es otra. Quieren disponer en es­tre­chez a la nación de Irán en lo concerniente a los asuntos eco­nómicos.
Nosotros podemos hacer flo­recer nuestra propia economía. Nos amenazan con boi­cot. El boicot no puede hacernos daño. ¿Acaso hasta ahora no hemos estado bajo boi­cot? ¡No­sotros logramos la energía nu­clear en­contrándonos bajo boi­cot! Noso­tros logramos desarrollo cientí­fico encontrán­donos bajo boicot. Nosotros logramos esta extensa edificación del país encontrán­donos bajo boicot. En situacio­nes, incluso es posible que el boi­cot apareje nuestro propio bene­ficio.
En cuanto a la cuestión de en­frentarse al desarrollo cientí­fico, en esta misma cuestión de la energía atómica tenemos un im­portante ejemplo. En declaracio­nes, medios políticos y otros, se dice que los estados occidentales no están de acuerdo con que Irán posea ener­gía nuclear. Bueno…, que no lo estén. ¿Acaso nosotros le pedimos permiso a alguien para conseguir la energía nu­clear? ¿Acaso la na­ción de Irán ingresó a este te­rreno con el permiso de alguien como para que ahora digan “no estamos de acuerdo”? Bueno…, no estéis de acuerdo. El pueblo de Irán está de acuerdo y desea tener energía nuclear.
… ¿Acaso poner en peligro el futuro del país, dejar de conside­rar totalmente las necesidades del mañana del país, eso no repre­senta un problema? ¿Acaso los fun­cionarios del país tienen el derecho de traicionar a las genera­ciones venideras? Hoy tomemos el petróleo y utilicé­moslo. Un día se acabará. ¿Acaso ese día la nación de Irán, para su electrici­dad, para sus fábricas, para su calefacción, para su alumbrado, para la marcha de su vida, de­berá estirar la mano a otros países para que le otorguen energía? ¿Acaso tal cosa sería lícita para los funcionarios del país?
Aquellos que celebran la na­cio­nalización del petróleo que tomó lugar a manos del Dr. Mo­saddegh y el fallecido Aiatol·lâh Kâshânî (que sepan) que eso fue algo pe­queño en relación a esto. Esto es mucho más grande que eso.
Los funcionarios de nuestro país no han cometido ninguna acción ilegal. Todas nuestras ac­tividades son realizadas frente a los ojos de la Agencia de Energía Atómica, y no tenemos ninguna queja por ello. Nosotros no nos oponemos a que eso tenga lugar bajo su su­pervisión.
El alboroto y las presiones so­bre la nación de Irán a causa de este tema, el empleo arbitrario del Consejo de Seguridad de la ONU será en detrimento de los poderes enfrentados a Irán.
Voy a decir lo siguiente: Si es que pretenden hacer un uso ar­bitra­rio del Consejo de Seguridad y por ese medio intentar ignorar este categórico derecho… noso­tros hasta ahora lo que hemos hecho fue en conformidad a las leyes internacionales; si ellos quieren ir por fuera de la ley, nosotros también podemos ir por fuera de la ley, y lo haríamos.












Que la Paz, la Misericordia y las Bendiciones de Dios sean con vosotros.

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