Wednesday, September 05, 2007

LA DIALÉCTICA NUCLEAR IRÁN-ISRAEL
No se puede dialogar con el Gran Satanás

La decisión de Irán de abrir de nuevo, a pesar de los vetos, varios de sus centros de investigación nuclear y de reanudar el enriquecimiento de uranio, causa una ola de protestas de los principales gobiernos.
En este contexto, cabe destacar que los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) que son a la vez cinco potencias nucleares, nunca condenaron a Israel que tiene bombas atómicas desde el año 1966, producidas en la fabrica de extracción de uranio del reactor Dimona, mientras que un industrial francés, Dassault, fue el que construyó los misiles Jericó que permiten lanzar las cabezas nucleares dentro de los territorios enemigos de Israel como es el propio Irán.
Uno de los científicos que trabajaron en el proyecto en calidad de técnico en la estación nuclear de Dimona fue el físico nuclear Mordechai Vanunu, recientemente liberado de la cárcel israelí, viviendo actualmente en una residencia supervisada por los organismos de seguridad. Fue el primero, en 1986, en llamar la atención del mundo entero sobre el programa nuclear israelí, lo que le valió, a este judío convertido al cristianismo, el ser secuestrado por el Mossad y ser encarcelado por traición y espionaje.
Israel es una potencia nuclear temible, disponiendo de un arsenal de armas de destrucción masiva más que importante, que aterroriza a todas las poblaciones de los países vecinos.
Este Estado nunca ha firmado el TNP (Tratado de no proliferación) firmado en 1976 y ratificado por 188 países. El OIEA (la Agencia Internacional de la Energía Atómica, fundada en 1957 y que depende de la ONU), así como las otras grandes potencias nucleares no ejercieron ninguna presión contra el Estado de Israel.
Se sabe hoy que Israel dispone de 200 a 500 cabezas termonucleares y de sistemas sofisticados de lanzamiento. Israel es hoy la quinta potencia nuclear a nivel mundial, delante de Gran Bretaña, y se sabe que posee también armas químicas y bacteriológicas. Las armas nucleares israelíes están entre las más sofisticadas del mundo. Incluyen las bombas de neutrones, hechas para matar selectivamente a las personas dejando intacto los edificios circundantes, misiles balísticos, minas terrestres y cargas de artillería de un alcance de 60 kilómetros, sin contar con los aviones bombarderos capaces de alcanzar Moscú. Las bombas son de todos los tipos.
En junio de 2000, Israel había lanzado un misil a 1500 kilómetros, desde un submarino. Poseen hoy 3 de estos submarinos, que transportan cada uno 4 misiles similares, con cabeza nuclear. Dedi Zucker, un opositor de izquierda del Knesset, denunció estas armas con los siguientes términos: "moralmente, sobre la base de nuestra historia, nuestras tradiciones y nuestra experiencia, tales armas son monstruosidades que deben rechazarse". Pero sin duda Israel dispone de un medio con el fin de ejercer presión sobre Irán y sus posibles aliados, para que este país dude en lanzar este tipo de armamento sobre el Estado judío.
En agosto de 2003 el Presidente iraní de entonces, el reformador Mohammed Khatami, aparecía como un interlocutor dispuesto a negociar y con quien un acuerdo firmado presentaría garantías suficientes para la comunidad internacional en relación a las pretensiones nucleares iraníes. El régimen iraní de entonces hasta se preocupaba en encontrar soluciones que le permitiera volver a entablar relaciones diplomáticas con Washington. Irán era, a pesar de algunas alianzas ocultas con grupos denominados terroristas, la única potencia regional en la cual podían basarse los Estados Unidos y Europa para llegar a una estabilización duradera en Oriente Medio.
Después de Mohammed Khatami, los Estados Unidos y Europa pensaban en Ali Akbar Hachémi-Rafsjandjani, candidato preferido de las cancillerías occidentales a las elecciones presidenciales de junio de 2005, para llegar a un acuerdo sobre el programa nuclear iraní y reintroducir a Irán en la comunidad internacional. El nuevo Presidente elegido en junio de 2005, Mahmoud Ahmadinejad, ultraislamista y duro entre lo duros del régimen, no tiene por su parte ninguna consideración para establecer acuerdos internacionales y aún menos para un diálogo con el ‘Gran Satanás’. Con la crisis nuclear y sus declaraciones que apuntaban sobre Israel, en poco tiempo, puso incluso fin a toda veleidad de negociación o aproximación, y logró reunir en la escalada a los más altos lideres del régimen de los mullahs con quienes disputa un poder controvertido.
La amenaza de consulta en el Consejo de Seguridad no tuvo ningún efecto sobre la posición iraní en las negociaciones entabladas con los negociadores europeos (Francia, Alemania y el Reino Unido) y la ruptura de estas negociaciones, como la intención firme de consulta del Consejo de Seguridad no parecen disuadir a Teherán. Mahmoud Ahmadinejad dijo que "Si quieren negar nuestros derechos, tenemos los medios de asegurar a estos". El Ayatollah Ali Khamenei, la guía suprema que tiene la última palabra sobre los asuntos de Estado confirmó la posición iraní: "La fuerte República islámica, por sus principios y sin temor a la agitación, proseguirá en la vía de su evolución científica y el mundo no puede influir sobre la determinación del pueblo iraní”..."No pretendemos dotarnos con armas nucleares y Occidente lo sabe perfectamente, porque sería contrario a los intereses políticos y económicos del país y contrario a los preceptos del Islam".
Ali Akbar Hachémi-Rafsjandjani, el ex candidato preferido de las cancillerías occidentales nombrado a la cabeza del Consejo encargado de la protección de los intereses superiores del régimen por el Ayatollah Ali Khamenei para contradecir a Mahmoud Ahmadinejad, dio un mensaje aún más claro: "La política colonial tradicional del Oeste fue mantener el tercer mundo y el mundo islámico bastante detrás”..."Incluso si destruyen a nuestros científicos, sus sucesores seguirán el trabajo”...”No será fácil para ellos solucionar el problema imponiendo sanciones”...”Si causan cualquier disturbio, lo lamentarán".
Sin esperar aún una hipotética decisión de sanciones, Irán ya comenzó a destilar amenazas, apenas veladas, a través de su Ministro de Economía, Davoud Danesh-Jaafari: "toda perturbación en la situación económica y política del país puede poner en crisis la situación regional y hacer aumentar el precio de petróleo más allá de lo que esperan los occidentales". No caben dudas de que, en efecto, la comunidad internacional comprende las consecuencias de las sanciones que podrían ser un arma de doble filo. El Ayatollah Ali Khamenei ya declaraba en 2002, que "Si Occidente no recibe más petróleo, sus fábricas van a chirriar hasta el paro y esto podría sacudir al Mundo".

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